El intenso frío que asoló Sevilla durante los últimos días remitió ayer un poco en la dársena del Batán, sede de la edición número 43 de la clásica de remo sobre el Guadalquivir. El Betis no tardó en mostrar las razones que le encumbraron como favorito de la prueba y salió a por todas en la orilla de Triana para neutralizar la ventaja inicial que los entendidos otorgaban al Sevilla
Las predicciones de los expertos no fallaron. Ganó el Betis con una superioridad de escándalo, dato que nadie se atrevió a afirmar en las jornadas previas. Son las cosas de la competición. Y la regata reza ya 29-13 en el cómputo global, para el Sevilla, tradicional dominador de la prueba.
La regata tenía en las 13:00 la hora prevista del pistoletazo de salida. El intenso frío de la mañana remitió en favor de un sol que lucía cenital rebasado el mediodía, un sol tan leve que el frío era aún sensible en el punto del arranque, la Dársena del Batán. Con ese marco daba comienzo la cuadragésimo tercera Regata Sevilla-Betis.
Las dos embarcaciones, Betis y Sevilla, salieron a la par, uno de los pocos momentos de la prueba en los que los botes navegaron paralelos. Un sinfín de motoras, y lanchas en la estela de los remeros.
El equipo verdiblanco, ayer de verde entero, estrenaba bote El Sevilla, con elástica roja y bote que ya había soplado velas de cumpleaños.
Capitaneando al ocho bético, Gaspar Company, al mando Antonio Guzmán, Elías Cabrera, Marcelino García, Laude Óscar Díaz, Marco Toral, Felipe Toledo, Daniel Sierra y Tomás Jurado como timonel y el conjunto sevillista, capitaneado por Juan Luis Aguirre con, Eduardo Murillo, Sergio Canalejos, Juan García, Jaime Canalejos, Beltrán Hidalgo, Alberto Menéndez, Patricio Rojas y Marta Rodríguez como timonel.
La superioridad del Betis fue tal que la tensión decreció hasta morir apenas pasaron los 700 metros de carrera. No se había alcanzado ni un kilómetro de los seis de regata cuando la carrera tenía ya campeón.
Hubo poca historia. Ni siquiera hubo que esperar a la decisiva curva de Chapina. El Sevilla aguantaba a la altura de este primer kilómetro, pero a duras penas. El ritmo de palada blanco era superior al del eterno rival, tres más por minuto. La escuadra bética se percató y decidió el demarraje. Por ese entonces, el cansancio cundía entre los sevillistas y el desánimo empezaba a hacer el resto.
El Betis se cruzó a la altura del club Labradores y, para más ventaja, arrebataba al Sevilla la calle ventajosa, la contraria a Triana. Desde ese momento, con una embarcación por delante, el Betis se dejó llevar a la inercia ganadora. A más de un participante le daría tiempo para fantasear con las carpas o con los barbos del río, quizá en su versión adobada y con cerveza.
Y así fue porque a la altura de la Fábrica de Tabacos el barco bético navegaba con medio bote por delante. En el paso del Labradores eran ya unos claros tres cuartos. La Torre del Oro y el Puente de Triana atestiguaban un barco de diferencia. En la célebre curva de Chapina el Sevilla seguía la estela sin solucióno.
Y a tenor de los tiempos marcados en la línea de meta, algo discretos, sólo cabe suponer que las embarcaciones siguieron la corriente. El Betis llegó con casi cinco embarcaciones de ventaja.